Cuando hablamos de gestión de activos empresariales (EAM/APM) o mantenimiento predictivo, suele pasarse por alto un aspecto fundamental: cómo organizamos los activos. Y no, no se trata solo de listarlos. Hablamos de clasificarlos de forma estructurada, jerárquica y coherente, integrando tanto lo físico como lo digital. A eso se le llama taxonomía de activos. ¿Qué es una taxonomía de activos y por qué importa? Una buena taxonomía permite tener una visión técnica y financiera integrada de todos los activos, como señala la norma ISO 55000. Es decir, nos ayuda a entender qué tenemos, dónde está, cómo se relaciona con otros equipos y qué datos estamos obteniendo de cada parte del sistema. Según la ISO 14224, se trata de una “clasificación sistemática de activos en grupos genéricos” basada en características comunes. Esto se representa típicamente como una estructura piramidal, que organiza desde sectores completos hasta la pieza más pequeña de un equipo. Principales tipos de activos en una organización En los sistemas de gestión de activos modernos, los activos se agrupan en categorías según su naturaleza y función. Aquí algunas de las más comunes: Categoría Ejemplos Activos físicos Maquinaria (bombas, compresores), equipos eléctricos (motores, generadores), instalaciones (plantas, tanques) Activos inteligentes o conectados Sensores IoT (temperatura, presión), PLCs, SCADA, medidores inteligentes Infraestructura crítica Redes eléctricas, plantas de tratamiento, servidores y redes de comunicación Software y sistemas de información Plataformas EAM/CMMS, software de análisis predictivo, gemelos digitales Estos activos se organizan dentro del sistema EAM siguiendo una jerarquía funcional: por ejemplo, una planta contiene unidades, que a su vez contienen líneas, y estas tienen equipos y componentes con sus respectivos sensores. ¿Cómo funciona esta jerarquía en la práctica? Imagina que recibes una orden de trabajo porque algo está fallando en una bomba. Con una jerarquía bien definida, puedes navegar desde lo más general (planta) hasta lo más específico (cojinete de esa bomba) sin perder contexto. Esto no solo acelera el diagnóstico, también permite documentar fallas, hacer análisis y tomar decisiones más acertadas. La ISO 14224 propone una jerarquía de 9 niveles, donde: Taxonomía y mantenimiento predictivo: una pareja poderosa Tener bien clasificados los activos no es solo una cuestión de orden. Es la base para aplicar mantenimiento predictivo con datos confiables. ¿Cómo? ¿Qué estándares ayudan a construir esta estructura? Estos son algunos marcos de referencia clave para establecer una taxonomía robusta: Documentación estructurada de eventos. Una jerarquía clara también mejora la forma en que se documentan fallas, mantenimientos, inspecciones u órdenes de trabajo. Cada evento puede asociarse directamente al nivel correspondiente del activo (equipo, subcomponente o pieza), lo que facilita el seguimiento histórico, la trazabilidad y la generación de reportes útiles para análisis de causa raíz o auditorías. En resumen, una taxonomía de activos bien definida es la base sobre la que se construye una gestión eficiente, estructurada y preparada para el análisis predictivo. Permite organizar la información con precisión, vincular datos relevantes y tomar decisiones basadas en evidencia, no en suposiciones. Si estás evaluando cómo mejorar la gestión de activos en tu organización o necesitas asesoría para implementar mantenimiento predictivo con una estructura sólida, hablemos. Escríbenos a https://www.reliabytics.com/contacto/ para agendar una conversación técnica sin compromiso. Podemos ayudarte a traducir la complejidad de tus activos en información útil, conectada y accionable.